Te dejamos esta carta escrita por una mujer que dejó todo en Argentina para cumplir su sueño de recorrer el mundo en bicicleta. Hace unos meses arrancó desde España, llegó al desierto del Sahara y ahora la cuarentena la hizo parar en la pueblo de Bab Berred. Su recorrido no para y sueña con seguir recorriendo el continente y luego seguir por Europa. Conoce cómo piensa Fabiana y sus sueños:
Navegó por mis emociones y miró a la nada buscando una respuesta. Lo
que buscas te está buscando, dicen, el destino. En tantos momentos de mi viaje
volví a mi infancia, a los mapas de tinta china
en papel de calcar pintados del revés cuidadosamente, a la colección de
revistas al cual su nombre era premonitorio en mi vida, "Descubrir el
Mundo", a querer tener un globo terráqueo que nunca tuve, claro el destino
quería que yo lo recorriera, que sea parte activa del globo.
Fui creciendo y llegue a mi mitad de siglo, suena
raro pero es así. Me desvíe y distraje en la búsqueda de la infinidad,
muchas veces me diluí, me olvidé de ser y cumplí con los mandatos familiares siendo sombra de otros, viendo espejos
ajenos. Hasta que, una fuerza superior
me despertó nuevamente y comencé a
recordar que en algún momento de mí existencia
tenía sueños, que nada tenían que ver con el lugar donde estaba.
Tantas veces de niña esperaba ver pasar la
zorrita por las vías, pensando dónde viajarían
esos hombres y que algún día me iría en una de ellas a dar la vuelta al
mundo. Entendí que somos más los que
vamos por la vida con sueños rotos, que quienes se atreven a vivirlos, y ahí
comenzó la segunda etapa de mi viaje. La primera fue cada día de mi vida hasta
ese momento, todo fue necesario para ser presente.
En estos años conquiste la calma y la aceptación,
de que las cosas son como deben ser y el destino no se tuerce, se enfrenta y a
partir del amor se transforma. Este viaje de ida me pertenece, hay vida en él.
Me gasto los ahorros que no me voy a llevar a la
tumba, vendí mi camioneta, otra bici, regalé todo lo que no entraba y no eran
necesario en mis alforjas. Dejé un excelente trabajo estable.
En fin, siempre repito que el Universo tiene una
arquitectura perfecta para cada uno de nosotros.
Logre que mi mejor prenda de vestir sea mi
sonrisa, aprendí a ser feliz conmigo misma, con mis dragones y mis princesas de
cuento, con todo lo que la vida bueno o
malo me dio...Porque todo junto es lo que soy.
Aprendí a caminar de alpargatas, tampoco
descalza, el punto medio, sentir que estoy pisando pero sin que duela. Aprendí
que cada día es una aventura, ya poner los pies en el piso lo es, ¿alguna vez
pensaste la cantidad de huesos y músculos que permiten cada mañana poner los
pies en el piso y que hay muchas personas que no pueden? Ahí sin dudas hay que
reconocerse como afortunado y si lo ampliamos más, poder caminar o correr o
disfrutar del milagro de la vida.
La vida debe ser el acto de fe más sagrado de
cada uno, por el solo maravilloso y gran hecho de estar vivos. Aprendí a no
olvidarme de lo esencial, que en cada respiración no solo renacemos ,sino que
también es la posibilidad del cambio, de saber que lo vivido es parte de lo que
vendrá, nada es evitable ni el distraernos de nuestros sueños, por qué al fin
si son genuinos la vida se encarga de ponerte nuevamente delante de ello.La
búsqueda es la aceptación de vivir el presente como el momento más importante, los
sueños son el timón.
No hay carga que se nos dé y no tengamos la
capacidad de llevar. Intento vivir el
presente aprendiendo del pasado, de esos maestros buenos y no tanto que la vida
me dio, por qué sin ellos no sería quién soy. Cada vez que vamos a renegar del
pasado recordemos que lo hacemos de nosotros, no somos de a ratos, bien o mal
siempre somos.
Queridos lectores solo quiero decirles que amén
estar vivos cada día, hagan de ello el SER DIGNOS DE SER, que la gran aventura
no es el viaje, sino la vida.
Con amor,
Fabiana Mercedes Torres
Una mujer que salió a
dar un paseo largo en bicicleta por el mundo.
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